- Por: Diego Riveaux Marcet/ Seremi del Medio Ambiente RM
El 3 de agosto Chile se convirtió en el primer país en Latinoamérica en decir ‘adiós’ para siempre a las bolsas plásticas que se entregan en establecimientos de comercio. Esto, al concluir la última etapa de implementación de la Ley 21.100, promulgada hace dos años y que busca reducir el uso de este material y disminuir la contaminación generada sobre el medio ambiente, especialmente los océanos.
Esta normativa se suma a la campaña #ChaoBombillas que impulsamos como Ministerio del Medio Ambiente y el proyecto de ley que regula los productos de un solo uso que se entregan en los establecimientos gastronómicos u otros locales similares que comercialicen comida preparada. Todo esto es para disminuir la contaminación por plásticos en basurales, áreas silvestres, especialmente en los océanos, donde el 90% de la basura que flota es plástico, contaminando estos ecosistemas por cientos de años. Hay que pensar que la fabricación de una bolsa demora 1 minuto, su vida útil es de 15 a 30 minutos, pero tarda 400 años en degradarse.
Pareciera que con todo esto estuviéramos en una campaña en contra del plástico, nada más lejos de lo que buscamos realmente con estas normativas. Lo que queremos es educar en una responsabilidad ambiental y sustentable, tanto a la ciudadanía, como a las empresas, que tendrán que hacerse cargo de sus residuos tras la implementacion de los reglamentos de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), que fija las Metas de Recolección y Valorización de 6 productos prioritarios, entre ellos, los Envases y Embalajes. Las metas de la REP permitirán al país pasar del actual 12,5% de reciclaje de envases y embalajes domiciliarios a un 60% en el 2030.
Pero estamos hablamos de los Residuos Sólidos Domiciliarios (RSD), y ¿qué pasa con el sector de la Construcción?, ¿existirá también una normativa que regule sus residuos, y establezca una guía orientadora de cómo ser responsables y sustentables en esta industria?, sobre todo cuando el planeta nos ha dado una dura lección -durante esta pandemia- de que cuando la actividad humana se detiene, también se detiene la devastación ambiental?.
Para nadie ha pasado inadvertido que con las cuarentenas obligadas en todas las ciudades del mundo –unas más prolongadas que otras- los ecosistemas comenzaron a recuperarse de los efectos del Cambio Climático, las especies lograron superar extensos periodos de sequía, hambruna y la agitada vida del mundo urbano, con sus negativos efectos, comenzaron a desaparecer dando paso a una restauración del planeta.
No sabemos si esta bonanza ambiental continuará cuando las ciudades comiencen sus actividades al término de esta crisis sanitaria, lo que si sabemos, como Ministerio del Medio Ambiente, que nuestra tarea es generar políticas públicas sustentables, y en eso estamos con el desarrollo de una Hoja de Ruta para la Economía Circular, que pondrá a Chile entre los países pioneros en el mundo en tener este tipo de instrumentos. A través de esta guía, podremos también lograr el compromiso de todos los sectores productivos, para que gestionen adecuadamente sus residuos, entre estos, la Construcción.
Sin embargo, nuestro interés en el sector es desde hace un buen tiempo, y prueba de ello es que el año 2012 -ante la necesidad de alinear las diversas iniciativas que desde distintas instituciones públicas estábamos desarrollando en torno a incorporar el concepto de sustentabilidad en la construcción- firmamos entre los ministerios de Obras Públicas, Vivienda y Urbanismo, Energía y Medioambiente, el Convenio Interministerial de Construcción Sustentable.
Gracias a este Convenio, elaboramos la Estrategia Nacional de Construcción Sustentable, instrumento que estableció los lineamientos para impulsar la integración del concepto de desarrollo sustentable en el área de la construcción en Chile. Concepto que hoy está más vigente que nunca con el trabajo de la Mesa de Construcción Sustentable que está concluyendo un estudio que entregará los datos duros y acciones para aterrizar el concepto de sustentabilidad en la planificación, diseño, construcción y operación de las edificaciones e infraestructuras desde la perspectiva energética y ambiental.
Es en este contexto que sabemos que no solo debemos preocuparnos de la gestión de los Residuos de la Construcción y Demolición (RCD o Rescon), si no que debemos revisar las experiencias de países más desarrollados -como, Australia, EE.UU., Alemania, Francia, Holanda, y algunos países latinoamericanos– que han avanzado en esta materia y que han trabajado fuertemente el concepto de las 3 R: REDUCIR-REUTILIZAR-RECICLAR, en esta industria y en todas sus actividades productivas.
Por eso, más que contar con lugares especiales para la disposición de estos residuos, lo más importante es evitar la generación innecesaria de los impactos ambientales negativos en la cadena productiva de los mismos, entre ellos, los residuos.
Hoy en día los RCD corresponden casi a un tercio de los residuos totales que se generan en el país, y los mayores materiales lo componen los áridos, cementos, ladrillos y materiales plásticos. En este siglo es casi imposible imaginar al sector de la construcción sin estos materiales, especialmente los plásticos que resultan ser soluciones eficientes para el ahorro de energía, al ser muy buenos aislantes, además de su versatilidad, durabilidad y capacidad de innovación.
Por ello en estos tiempos cobra importancia no solo incentivar la gestión ecoeficiente de los RCD si no que incorporar otros conceptos en la cadena de valor del sector de la Construcción: el ciclo de vida y el ecodiseño de los materiales.
La industria de la Construcción tendrá que aprender a aplicar estos conceptos en la producción de sus materiales y hasta las fases finales de la vida útil de estos, es decir, tendrá que incorporar la Economía Circular (De la cuna a la cuna), siempre tomando en cuenta el bienestar de los habitantes, tal cual lo estamos haciendo como país. Es un largo camino, pero ya lo iniciamos y no tiene vuelta atrás, porque el planeta es uno solo, y debemos preservarlo no solo por nosotros y nuestros hijos si no por las futuras generaciones.