Por: Sebastián Gallardo | Seremi del Medio Ambiente RM
¿Cuántos alimentos pierdes en tu casa?, parece una simple pregunta, pero sin duda que es más profunda de lo que parece, y es que hoy, el Calentamiento Global y lo que sucede con el Cambio Climático en el planeta, nos obliga a revisar cómo estamos gestionando la compra y uso de nuestros alimentos… cada vez más escasos en algunas latitudes del mundo. Es verdad que al no afectarnos tan directamente, pensamos que es una realidad muy lejana a nosotros, y no la reconocemos como tal hasta que nos hablan de ella.
Lo cierto es que, hoy en todo el mundo se genera una pérdida de alimentos de cerca del 14% de lo que se produce entre el huerto y el punto de venta, y aproximadamente se desperdicia otro 17% de la producción total de alimentos. De ellos un 11% corresponde a hogares, un 5% a los servicios de comidas y un 2% al comercio al por menor.
Entonces la pregunta es, ¿sabemos cuántos alimentos son los que se pierden desde que los compramos hasta que los usamos?, ¿cuántas frutas, verduras y alimentos procesados eliminamos en nuestras casas?, el resultado nos puede sorprender. Se estima que cada persona genera 1,3 kg diarios de basura en la RM, y de esos, el 58% correspondería a residuos orgánicos, es decir, estamos hablando que cerca de 754 gramos de residuos desechados son alimentos que botamos diariamente, es decir, que desperdiciamos… quizás algunos de ellos se hubiera podido usar si nos hubiéramos fijado en su fecha de vencimiento o cocinado a tiempo antes que se echara a perder, y otro resto lo podríamos haber recuperado o rescatado.
Cuando se pierden o desperdician alimentos, todos los recursos que se utilizaron para su producción -como el agua, la tierra, la energía, la mano de obra y el capital- se desaprovechan. Y no es solo eso, la eliminación de los alimentos -por pérdida o desperdicio- van a rellenos sanitarios donde se generan emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), lo que contribuye a la crisis del Cambio Climático.
Pero también, la pérdida y el desperdicio de alimentos pueden tener repercusiones negativas en la seguridad alimentaria y la disponibilidad de alimentos, y con ello contribuir a aumentar el costo de la alimentación. En ese sentido, resulta paradójico que mientras en algunas naciones y continentes los alimentos se pierden o desperdician, en otras hay escasez de comida y peor aún, la gente se está muriendo de hambre.
Según el último informe publicado por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) un número cada vez mayor de personas ha tenido que reducir la cantidad y la calidad de los alimentos que consume, debido a la pandemia del Covid, al desempleo y al incremento del costo en algunos productos de consumo básico.
De acuerdo al documento, son cerca de 690 millones de personas las que padecen hambre en el mundo, es decir, 8,9% de la población mundial. Esta nueva realidad ha significado que uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, de eliminar el hambre en el mundo al 2030, esté peligrando de cumplirse.
África es el continente donde se observan los niveles más altos de inseguridad alimentaria, y le sigue América Latina y el Caribe, donde la problemática está avanzando rápidamente por la crisis económica y desastres naturales como huracanes, sequía y aluviones.
Hoy, se hace urgente adoptar medidas a escala mundial y local para aprovechar al máximo los alimentos que producimos. En ese sentido, como Estado debemos apoyar la ayuda alimentaria, aunque no soluciona el problema de base, puede reducir sus consecuencias. Tenemos que colaborar con la ciencia e incorporar soluciones tecnológicas e innovadoras en la producción, distribución y venta de los alimentos. Asimismo, tenemos que impulsar la educación en todos los sectores, proteger el medioambiente y promover la concientización sobre esta problemática, con nuevas formas de trabajar y buenas prácticas que nos permitan gestionar de mejor modo los alimentos y reducir su pérdida y desperdicio.
A nivel local, junto con adoptar una dieta más saludable y sostenible, tenemos que aprender a planificar las compras, adquiriendo solo lo necesario, prefiriendo la producción local y alimentos de temporada.
También es recomendable armar anticipadamente los menús de lo que cocinaremos en la semana, evitando preparar alimentos en exceso y aprendiendo a usar las sobras en otras recetas en lugar de descartarlas. Tenemos que refrigerar los alimentos, congelar los que nos sobre y compartir con otros nuestras preparaciones, evitando así botarlas.
Otra buena práctica es mantener la despensa y refrigerador limpio y ordenado, de este modo podemos saber con qué insumos contamos y podemos gestionar mejor nuestra dieta diaria. Y finalmente, si no pudimos evitar el desperdicio, aprendamos a compostar nuestro residuo orgánico, solo así podremos aportar a la Economía Circular.
El planeta es uno solo, los alimentos son finitos y las personas cada vez somos más vulnerables por el Cambio Climático… cuando gestionemos nuestra comida, recordemos que en algún lugar del mundo eso que desechamos podría ser alimento para otro, como nos recuerda cada 29 de septiembre la conmemoración del “Día Mundial de la Concientización sobre la Pérdida y Desperdicio de Alimentos (PDA)”. Solo si tenemos una producción y consumo responsable podremos lograr un crecimiento económico y desarrollo sostenible en Chile y el mundo.